Los visitantes del Museo del Prado quizá no hayan sido conscientes hasta la llegada de esta exposición de que Madrid cuenta con la mayor colección y una de las más importantes de Rubens (1577 - 1640).
¿Cuáles son las grandes virtudes de esta muestra? En primer lugar, reúne las 90 obras que el museo atesora del prolífico pintor por primera vez desde hace diez años. Precisamente, el nacimiento de esta exposición se debe a que las actuales salas dedicadas a Rubens están siendo remodeladas para la ampliación del Prado.


En segundo lugar, llama la atención el montaje de la exposición. Lejos del efectismo de las modernas muestras, se ha seguido una pauta única, la cronológica, que permite al público ver la totalidad como una secuencia concatenada. Además, de este modo se consigue plasmar la idea de la gran capacidad creadora de Rubens.
El montaje está dividido en dos grandes salas. En la sala A podemos contemplar al artista temprano, caracterizado por su gran fuerza expresiva y la potencia de las formas, a modo escultórico, siguiendo por tanto la estela de Miguel Ángel. Muy característica de esta etapa es la obra Lucha de San Jorge y el dragón.
En la sala B se agrupan todas las obras encargadas por Felipe IV al pintor flamenco. Obras mucho más narrativas y de contenido poético, que llenaban los salones del rey español, admirador de Rubens. Entre ellas destacan Atalanta y Meleagro cazando el jabalí de Calidón o Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros. Las obras mitológicas, los retratos, los temas religiosos... también ocupan buena parte de la atención del público, en especial en pinturas como La Adoración de los Magos, El Járdín del Amor o Las Tres Gracias.