El Museo Del Prado, el parque del Retiro, la Plaza Mayor, el Palacio Real son algunos de los puntos que atraen al visitante y que aparecen marcados en su itinerario. Sin embargo, en esta ocasión, queremos centrarnos en su gastronomía, en concreto en su repostería, para conocer un poco más de la capital española y es que, ¿por qué no? el turismo gastronómico es también una buena opción.
La repostería madrileña – y en general, la española- están muy ligadas a las festividades. Prácticamente en cualquier época del año hay algún dulce que acompaña alguna fecha destacada en el calendario, como por ejemplo, el roscón de Reyes en enero; las torrijas en Semana Santa, los huesos de santo y los buñuelos en noviembre, coincidiendo con la festividad de Los Santos, etc. Son tradiciones inculcadas en toda España y que también se reflejan en Madrid.


Pero también cuenta con sus propios productos de repostería, como es el caso de las rosquillas, muy demandadas especialmente en mayo con motivo de la celebración de San Isidro, patrón de Madrid, el día 15. Se trata de una tradición que se remonta a tiempos de los romanos. Hay cuatro tipos de rosquillas, las Tontas (pintadas con huevo, pero no bañadas), las Listas (bañadas con una cobertura de azúcar), las Francesas (que se adornan con almendra) y las de Santa Clara.
Para la Almudena, patrona de la capital, el día 9 de noviembre, suele tomarse la Corona de la Almudena, ideal para los golosos a los que ya les va entrando el gusanillo de disfrutar del Roscón de Reyes en Navidad, pues son muy similares.
Nuestro recorrido para conocer la repostería madrileña no puede concluir sin mencionar la célebre ración de churros y porras con chocolate. Y no hay mejor lugar para hacerlo que en la popular e ilustre chocolatería San Ginés (Paseo de San Ginés, 5), próxima a Ópera, que acoge a sus clientes, madrileños e internacionales, para merendar o “desayunar” tras una noche de juerga por la capital, aprovechando que está abierta en cualquier momento del día.
Tampoco podemos terminar este artículo sin mencionar los tradicionales barquillos que muchos vendedores ambulantes ofrecen en la zona centro de Madrid, ataviados con el traje de chulapo. Con chocolate o sin él son también emblema de la ciudad.
El Horno de San Onofre (Calle San Onofre, 3, o Calle Mayor, 74), El Riojano (calle Mayor, 10) o La Mallorquina en la Puerta del Sol son algunas de las pastelerías de más renombre de la capital en las que poder disfrutar de éstos y más dulces.
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De Madrid al cielo o viceversa, lo cierto que la repostería popular madrileña está basada en fritos de pastas más o menos azucaradas como los buñuelos de viento, churros, pestiños o bien los panecillos del Santo. Importante la repostería árabe empleando frutos secos. El cocinero de Felipe III, Martínez Montiño ya combina lo dulce con lo salado y consultando sus recetas pueden recuperarse algunas delicias ya olvidadas.Por contra aún se elaboran como antaño pastas de té, roscas, bombones y caramelos en el acrisolado local La Pajarita desde hace 160 años, bien es cierto que la mayoría importada de otras regiones e incluso el extranjero. Es visita obligada otros santuarios almibarados: La Duquesita, La Violeta, Embassy o Casa Paco de la mejor historia dulce de la Villa y Corte.