Leyendas de Madrid: calle de la Esperanza

Desde este blog de Madrid y para contar esta historia, nos situamos en el actual barrio de Lavapiés, pero hace muchos, pero que muchos años, cuando no existía nada de lo que hay ahora en la zona. Estamos en el siglo XIV, una época marcada, entre otras cosas, por los nombres de Enrique de Trastámara y Pedro I de Castilla (o Pedro "el Cruel"). Es aquí donde se centra una de las leyendas de Madrid: calle de la Esperanza.

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adm834ha
miércoles, 14 enero, 2009
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Una noche tranquila, Esperanza, una mujer viuda que vivía en una casa de campo en Madrid, al lado de la calle Ave María, escuchó unos ruidos fuertes, que despertaron a la hermosa dama.

Al asomarse y abrir la puerta, se encontró con un hombre asustado, que al parecer huía de alguien que le perseguía. Esperanza le hizo pasar a casa y allí, el hombre le contó que era Beltrán Duguesclin, el capitán francés que mató a Pedro I de Castilla en Montiel. Al oir aquello, la mujer se sorprendió, pero no le quedó más remedio que ayudar a aquel hombre temeroso.

En Madrid, los ciudadanos apoyaban a Pedro I de Castilla, y al enterarse de que Esperanza acogió al hombre que había matado a su rey, no tardaron en tomarse la justicia por su mano: quemaron la casa de Esperanza. El rey Enrique le ofreció una ayuda, que ella desestimó y se marchó a otro lugar a vivir, ya que era una mujer con dinero. El terreno lo compró Madrid, y en honor a la hermosa Esperanza, aquel lugar se llamó calle de la Esperanza.

La viuda se marchó no muy lejos de allí, a la actual calle del Marqués de Toca. Allí se fue con su hija, llamada Esperancilla. Era esta una muchacha muy guapa, pero su madre la tenía tapada con un pañuelo. El capitán francés intentó, sin éxito, ver el rostro de la joven.

Al contarle al rey Enrique la belleza de la joven, el monarca intentó por todos los medios ver la cara de Esperancilla. Después de baldíos intentos, una noche entró en la casa, y a la luz de la luna pudo contemplar la belleza de la hija de Esperanza: entró con deseo y salió como un caballero. Le puso en el dedo un anillo de la realeza. Esta casa y esta calle se llamó en la época como calle de la Esperancilla.

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