

Historia del Barrio de Lavapiés
Esta zona comenzó siendo un barrio judío, teniendo como punto clave de reunión la Sinagoga, donde ahora se sitúa la actual Iglesia de San Lorenzo.
De hecho su nombre se debe al acto del ritual de purificación de algunas partes del cuerpo que tradicionalmente hacían los judíos antes de ponerse a rezar. Había una fuente en lo que era pueblo en aquella época (siglo XV) donde se realizaba este lavado, generalmente de los pies.
Como algunos sabrán, a los castizos de Lavapiés se les ha llamado siempre manolos y manolas. Esto también tiene su origen en la época judía, ya que el nombre de Manuel es con el que se bautizaron muchos judíos para escapar de la expulsión en 1492.
Leyendas del Barrio de Lavapiés
En general, el barrio de Lavapiés ha sido durante mucho tiempo un barrio abandonado hasta tiempos recientes, creándose muchas leyendas de bandidos que viven por aquí y sucesos escabrosos que crearon una sensación de inseguridad en los ciudadanos.
Por ello, el abandono de la zona fue cada vez mayor, deteriorándose por momentos. Recientemente, las instituciones crearon un proyecto de revitalización que ha convertido Lavapiés en el barrio intercultural y activo que es hoy en día.
Recorriendo sus calles podemos observar nombres como la calle del Tribulete, cuyo significado tiene origen en el juego que llevaba este nombre y que se hizo popular en el viejo Madrid. Consistía en una serie de bolos y tejas y se jugaba por equipos. La gente se reunía en la calle a menudo para jugar.


Hay otras calles con sentido más religioso como son la que lleva por nombre Ave María o la calle de la Cabeza, cuya macabra leyenda nos lleva a una mezcla de hechos como poco bastante desconcertantes.
Un sirviente de un cura con muchas riquezas acabó degollándolo y llevándose sus pertenencias. Después de haber escapado y dejar pasar un tiempo, volvió a Madrid y compró ese día una cabeza de cordero para cenar.
Cual fue su sorpresa que cuando un alguacil le preguntó que llevaba al ver que se desprendía sangre de la bolsa, enseñó la cabeza del cura al que asesinó tiempo atrás. El sirviente se quedó perplejo ante el hecho y acabó confesando todo.
Esta confesión le hizo morir en la horca. En el mismo momento de su muerte la cabeza se convirtió en la de cordero de nuevo.
Muchas historias más albergan las calles del Barrio de Lavapiés que se han ido forjando en todos estos años, conformando la identidad del crisol de culturas en el que se ha convertido.
¡QUE BONITO BARRIO! VIVI UNOS CUANTOS AÑOS ENTRE SUS CALLES,TIENDAS Y RESTAURANTES,SALAS DE TEATRO Y MERCADOS POPULARES Y,CADA VEZ QUE VUELVO POR ESAS CALLES ,NO ME CANSO DE DISFRUTARLO. MIS RAICES ESTAN EN ESE BARRIO Y A TRAVES DE MI PADRE APRENDI A CALLEJEAR LAVAPIES COMO EN MI CASA.
HA CAMBIADO Y,SIN EMBARGO,SIGUE TENIENDO SU ESENCIA EN CADA RINCON.